El testimonio y misión de Jesús
El testimonio que el Señor da de Sí mismo, según lo recoge el evangelio de San Lucas: "es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades" Lc 4, 43. "Porque para esto he sido enviado" Ibidem. Todos los aspectos de su Ministerio –la misma Encarnación, los milagros, las enseñanzas, la convocación de sus discípulos, el envío de los Doce, la cruz y la resurrección, la continuidad de su presencia en medio de los suyos- forman parte de su actividad evangelizadora.
Jesús primer evangelizador
Los obispos han recordado que Jesús mismo, Evangelio de Dios (Cf. Mc 1, 1; Rm 1-3) el cual lo hizo hasta el final, hasta la perfección, hasta el sacrificio de su existencia terrena.
Evangelizar: ¿Qué significado ha tenido esta palabra para Cristo?
El anuncio del reino de Dios
Cristo anuncia ante todo un reino, el reino de Dios, y en relación a él, todo lo demás es dado por añadidura. El reino es pues absoluto y todo el resto es relativo. El Señor se complacerá en describir la dicha en pertenecer a ese reino.
El anuncio de la salvación liberadora
Jesús anuncia la salvación, ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, y sobre todo liberación del pecado y del maligno, dentro de la alegría de conocer a Dios y de ser conocido por Él, de verlo, de entregarse a Él. Esto tiene su arranque durante la vida de Cristo, y se logra de manera definitiva por su muerte y resurrección. Este anuncio debe ser continuado pacientemente hasta la venida final del mismo Cristo, cosa que nadie sabe cuándo tendrá lugar, a excepción del Padre.
A costa de grandes sacrificios
Todo hombre puede recibir el evangelio como gracia y misericordia, pero cada uno debe conquistarlos con la fuerza, con una vida conforme al Evangelio, con la renuncia y la cruz, con el espíritu de las bienaventuranzas. Cada uno los consigue mediante un cambio interior (metanoia), una conversión radical, una transformación profunda de la mente y del corazón.
Predicación infatigable
Cristo llevó a cabo la proclamación mediante la predicación infatigable de una palabra. Sus palabras desvelan el secreto de Dios, su designio y su promesa, y por eso cambian el corazón del hombre y su destino.
Signos evangélicos
Él realizó esta proclamación por medio de innumerables signos: enfermos curados, agua convertida en vino, pan multiplicado, muertos que vuelven a la vida y, sobre todo, su propia resurrección.
Él atribuye una gran importancia a los pequeños, los pobres son evangelizados, se convierten en discípulos suyos, se reúnen "en su nombre" en la gran comunidad de los que creen en Él. Jesús declara: "es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades, porque para eso he sido enviado".
Hacia una comunidad evangelizada y evangelizadora
Quienes acogen con sinceridad la Buena Nueva y su participación en la fe, se reúnen pues en el nombre del Jesús para buscar juntos el reino, construirlo y vivirlo. Ellos constituyen una comunidad que es a la vez evangelizadora. La orden dada a los 12: "Id y proclamad la Buena Nueva". La Buena Nueva del reino que llega y que ya ha comenzado, es para todos los hombres de todos los tiempos. Aquellos que la han recibido y acogido, pueden y deben comunicarla y difundirla.
La evangelización, vocación propia de la Iglesia
La Iglesia tiene viva la conciencia las palabras del Salvador: "Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades". Ella añade de buen grado, siguiendo a San Pablo: "Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Hay de mi, si no evangelizara!.
La evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia, una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye la dicha y vocación de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memoria de su muerte y resurrección gloriosa.